En tiempos de una pandemia mundial en donde se recomienda no salir de casa, no hay nada mejor que poder viajar con la lectura. Aprovechar a leer todos esos libros que siempre quisimos y nunca lo hacemos por falta de tiempo. Te sugerimos 12 libros de viajes que no podés dejar de leer. Son algunos de nuestros favoritos.
12 libros de viajes que no podés dejar de leer en tu cuarentena
1 – El turista desnudo de Lawrence Osborne

Si de libros de viajes se trata, «El turista desnudo» es un libro irónico, mordaz, divertido. Osborne recorre el mundo buscando un lugar apartado de la civilización, un lugar que se aleje de los turistas y de los clichés relacionados con el turismo de masas. Su elección es Papúa Nueva Guinea, una isla que imagina todavía “virgen”, ubicada al norte de Australia. Pero para llegar a su deseado lugar auténtico, primero visitará Dubai, las islas de Andamán, Bali y Tailandia relatando sus impresiones y diferentes aventuras. Buen libro para reflexionar sobre cómo somos en nuestro papel de turistas y/o viajeros.
"Hoy en día tenemos aglomeraciones frenéticas, la ansiedad de las
salas de espera, las colas en inmigración, el embarque y
desembarque apresurados del avión, la búsqueda de las ofertas,
la histeria electrónica, las minivacaciones de cuatro días y el
viaje organizado de fin de semana. Nadie, salvo el desdichado
escritor de libros de viajes, tiene tiempo para tomarse ocho
meses libres"
Lawrence Osborne "El turista desnudo"
Si quieren conocer más de nuestros autores preferidos de viaje y sus mejores libros: 15 escritores que nos inspiran a viajar
2 – Lacrónica de Martin Caparrós

Gran libro de Caparrós, mix de memorias, crónicas de viajes, reportajes y manual de periodismo e investigación. Entre anécdotas y reflexiones conoceremos sus viajes a una Belgrado bajo fuego en medio de la guerra de los Balcanes; a Sri lanka donde niños y adolescentes son prostituidos; a Hong Kong la meca del capitalismo asiático; a sus recorridos por La Habana de Fidel Castro, a 30 años de la muerte del Che Guevara, entre una larga serie de crónicas y relatos.
"Un viaje rompe el tiempo de la vida. Un viaje, cualquier viaje,
crea su tiempo propio, distinto del habitual, para recorrer lugares
que no tienen para el viajero más realidad que la de ese período
acotado y su recuerdo: que volverán a la inexistencia una vez
abandonados"
Martin Caparrós, "Lacrónica"
También podés conocer nuestros libros de crónicas de viajes. Son libros de edición independiente y los podés conseguir acá en papel y en ebooks
3 – Cinco viajes al infierno. Aventuras conmigo y ese otro de Martha Gellhorn

Periodista, corresponsal de guerra, pura valentía, en este libro Gellhorn narra las experiencias de sus mejores peores viajes. Un viaje a la China ocupada por Japón en la Segunda guerra Mundial junto a su pareja Ernest Hemingway. También en medio de la guerra, un peligroso recorrido por las islas del Caribe y Surinam en busca de submarinos alemanes. Un viaje al África profunda y temible de mediados del siglo pasado y a la Unión Soviética de la década del 70´. En el relato la autora se muestra en toda su dimensión: inteligente, arriesgada, honesta, curiosa, temerosa, frustrada, sensible y por momentos cínica.
"Tras presentaros mis credenciales para que creáis que sé de
lo que hablo, os ofrezco un relato de mis mejores viajes horribles,
escogidos de una amplia gama, recordados con ternura una vez
superados. Todos los viajeros aficionados han vivido viajes
terribles, largos o cortos, antes o después, de un modo u otro.
Como estudiante del desastre, me he percatado de que reaccionamos
de igual manera ante nuestras tribulaciones: con crispación y
amargura en el momento, y orgullo después. Nada mejor para la
autoestima que la supervivencia"
Martha Gellhorn, "Cinco viajes al infierno"
4. Un adivino me dijo de Tiziano Terzani

Una inquietante predicción dará paso a un viaje vibrante por Vietnam, Camboya, Tailandia, Birmania, Singapur y varios más. En 1976 un adivino le dijo al periodista y corresponsal italiano Terzani que en 1993 no debía tomar ningún avión en todo ese año porque moriría. La predicción quedó olvidada por 17 años, hasta que el autor decide tomarse en serio la profecía y seguir viajando en todos los medios de transporte que pueda, menos en avión. Mientras escribe e investiga para su periódico, también va en busca de respuestas y se entrevistará con adivinos, brujos, oráculos y todo tipo personajes que le puedan revelar algo sobre su destino.
"La verdad es que, con cincuenta y cinco años, uno siente el gran
deseo de añadir una pizca de poesía a su propia vida. Mirar al
mundo con nuevos ojos, releer a los clásicos, descubrir de nuevo
la salida del sol, descubrir de nuevo que hay una luna en el cielo
y que el tiempo que marcan los relojes no es el único que existe.
Aquella era mi ocasión, y no podía dejarla escapar"
Tiziano Terzani, "Un adivino me dijo"
5. Libro de réquiems de Mauricio Wiesenthal

Muchos libros en uno solo. Libro de memorias, de viajes, de biografías de personajes famosos. Wiesenthal va enhebrando con maestría su propia historia personal, con la de figura notables, la mayoría leyendas como Shakespeare, Byron, Víctor Hugo, Mozart, Chopin, Casanova, Coco Chanel, Alfonsina Storni, Pushkin, entre muchos otros. Un objeto, un libro, un aroma, una canción, una calle, un cementerio, un viejo amor, serán las excusas justas que lo transportaran a otros tiempos.
"La literatura es justamente lo contrario: el sueño de dar vida
a un libro único a un libro buscado, a un libro irrepetible,
no tanto por su valor -cualidad que siempre es relativa-
sino porque lleva la traza personal del ser humano que lo escribió.
Todo artesano ama sus herramientas. Y el papel, la pluma y la tinta
son los fetiches del escritor. Por eso, no hay página tan
disfrutada como la que se escribe a mano, en papel limpio,
con pluma de tinta y primorosa letra; aunque luego
vaya a la papelera."
Mauricio Wiesenthal, "Libro de Réquiems"
6. Equipaje de mano de Juan Pablo Meneses

En “Equipaje de mano” Meneses relata una serie de viajes en donde le pone el cuerpo a la situación, se incorpora a la historia, se vuelve parte de ella. Como su largo y peligroso periplo en bus junto a la barra brava de la U de Chile; de Santiago a Buenos Aires ida y vuelta. O su estadía en Freak city un pueblo de la Florida en Estados Unidos, lugar en donde viven los fenómenos de circo que se han retirado del espectáculo. O su viaje a Kenia, entre safaris y los corredores de distancias largas más famosos del mundo. En un barco de Greenpeace o en el Amazonas, todas las historias proponen una mirada particular del mundo.
"En el pueblo español de Aguaviva una mujer me dirá que es mejor
no pensar. Y me lo dirá con argumentos que te dejan pensando"
Juan Pablo Meneses, "Equipaje de mano"
7. Lugares que no quiero compartir con nadie de Elvira Lindo

Elvira Lindo es periodista y escritora y conoce Nueva York como la palma de su mano. En “Lugares que no quiero compartir con nadie” recorre sus calles con humor, con ritmo, retrata tanto a personajes comunes que conoce del barrio, como a legendarios de la talla de Salinger o García Lorca. Explora Manhattan, recomienda restaurantes, bares, nos hace agua la boca con sus descripciones culinarias y nos lleva a conocer lugares escondidos y entrañables de una ciudad que se reinventa constantemente.
Cuando todo esto sean recuerdos pensaré (apoyada en mi andador
para evocarlos mejor) que esta ciudad es única para escribir
sobre nada, para dejar que la literatura que nace de ella sea
el resultado de emprender un camino recto del ojo al papel.
Estas páginas, por ejemplo, caerán en manos de esos lectores
caprichosos a los que de vez en cuando les gusta leer aventuras
escritas a vuela pluma, sin principio ni fin, como la vida misma,
pero he de confesar que el secreto de esta crónica es que está
escrita para mí, para esa persona que yo seré en el futuro;
escribo con la voluntad de atrapar algo de este presente
que según escribo ya se me va escapando de las manos".
Elvira Lindo, "Lugares que no quiero compartir con nadie"
8. El año del verano que nunca llegó de William Ospina

Libro de viajes, ensayo y novela, Ospina investiga una serie de hechos que derivarán en grandes obras de la literatura mundial. En el verano de 1816 un temporal deja atrapados en una casona a orillas del lago Leman en Suiza a Lord Byron, John Polidori, Percy Shelley y su esposa Mary Shelley. En un ambiente de intranquilidad entre ráfagas de viento y truenos, deciden matar el tiempo leyendo cuentos de terror y luego se proponen escribir los suyos propios. De estas noches de misterio surgirán la gran obra de Mary Shelley “Frankenstein” y “El vampiro” de Polidori, más de 80 años antes que el “Drácula” de Bran Stoker.
Sentí el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia,
que yo presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con
la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur,
con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y
ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la
península de Indochina y que los monzones se fueron llevando
hacia el norte, desatando la cólera en la India y
ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yansgté
y del río Amarillo.
Aquella historia unía cosas extremas, abarcaba medio mundo,
conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos
históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas.
Y me era imposible, al comienzo, encontrar su orden, su secuencia,
sus límites. "Una historia así -me dije- no se agota en diez años,
y tal vez no va para ninguna parte", "Ni siquiera sé si es
posible convertirla en relato, o si puede tener forma distinta
a la de un ensayo sobre curiosidades literarias e históricas".
"Sus protagonistas más vistosos -me dije también- son apenas
momento del tema, pinceladas pequeñas en el cuadro".
El asunto me atraía de un modo anormal: sentía curiosidad extrema
por todos sus acontecimientos, por sus menores ramificaciones.
Supongo que a lo que llamamos inspiración es a ese estado
alterado que nos hace capaces de leer centenares de páginas de
estilo intratable sólo por la esperanza de encontrar algún
dato que cuadre en el mosaico, algún nombre que abra
perspectivas a la historia, un detalle trivial que en nuestra
curiosidad valoramos más que un diamante. Y cuanto más indócil
me parecía el tema y más difícil convertirlo en argumento o
relato, tanto más se apoderaba de mí, haciéndome rastrear
detalles y minucias".
William Ospina, "El verano que nunca llegó"
9. Historias de Roma de Enric González

Enric González es periodista y como corresponsal suele vivir varios años en diferentes ciudades. Ya recomendamos “Historias de Londres” e “Historias de Nueva York” de este autor. En este caso, con “Historias de Roma” consigue nuevamente atraparnos con su mirada, su humor, su manera de encontrar tanto historias mínimas, como las de personajes famosos. En sus relatos nos lleva a la casa y a la tumba del poeta Keats, nos redescubre a Caravaggio y el lugar en donde mataron a Aldo Moro; mientras recorre las calles de la ciudad eterna nos habla de la auténtica comida romana, de fútbol, de conspiraciones, de sus papas y de Berlusconi.
"No le importará al lector, espero, que empecemos a saltar desde
las antigüedades más solemnes a las actualidades más prosaicas.
Así andaremos todo el rato.
Debería contar cómo llegué a Roma. El asunto carece de relevancia,
pero, dado que estas páginas son un paseo normal por la ciudad y
por mis propios recuerdos de ella, no resulta del todo inapropiado. Quien haya sufrido anteriormente mis disgresiones sobre Londres
y Nueva York y, peses a ello, reincida con este librito sobre Roma,
sabe ya a qué se expone; a quien no sepa dónde se ha metido, ánimo:
la última página está a un par de cabezadas de distancia".
Enric González, "Historias de Roma
10. Relatos reunidos de Hebe Uhart

La maestría de Hebe Uhart está en afinar la mirada y encontrar a los protagonistas de sus relatos en historias mínimas, pequeños pueblos, personas sencillas, con sus costumbres y peculiaridades. En donde la autora consigue darles voz y rescatar tonadas, expresiones, frases, particularidades. Sus historias van del campo a la ciudad, las hay de inmigrantes, de familia, de parientes y vecinos, de escuela, alumnos, profesoras y maestros; con la capacidad de convertir triviales o rutinarios aspectos de la vida en buenos relatos.
"Cuando Leonor era chica, su mamá hacía albóndigas de mandioca.
Las albóndigas de mandioca son duras como si tuvieran plomo,
secas como si fueran de arena y malignamente compactas. Si uno
las come estando triste, hace de cuenta que come un páramo; si uno
está contento, esa bola marrón, sin nada aceitoso, es un alimento
merecido y vivificante"
Hebe Uhart, "Relatos Reunidos"
11. El antropólogo inocente de Nigel Barley

Es un libro divertido, ameno, sincero. Tiene la característica que me atrajo a un tema que en principio no me interesaba para nada. Barley tras doctorarse en antropología en la universidad de Oxford viaja a Camerún para dedicarse al estudio de una tribu poco conocida, el pueblo dowayo, para su trabajo de campo. En sus crónicas se puede leer cómo sobrevivir a una casilla de barro, a los insectos, a las hostilidades del clima, a las enfermedades, el aburrimiento, la falta de alimento y a un grupo de personas con costumbres y creencias totalmente diferentes.
"La existencia de un colosal y anticuado sistema administrativo
francés en un clima cultural africano es una combinación capaz de
vencer al más tenaz. Mis anfitriones me comunicaron con tacto
y con una especie de tolerancia perpleja, reservada al inocente
o al corto de alcances, que no podía abandonar el pueblo en mi
Peugeot 404 sin tener arreglados los papeles. En diversos puntos
del trayecto habría policías sin otra cosa que hacer que
inspeccionar documentos. Y puesto que era imposible adivinar de
antemano cuáles sabían leer y cuáles no sólo era aconsejable
intentar pasar los controles a base de engaños en caso de
emergencia"
Nigel Barley, "El antropólogo inocente"
12. Hotel Nirvana de Manuel Leguineche

Si aman los viajes, los hoteles y las historias de los personajes que se alojaron allí, este es su libro. Leguineche propone un recorrido por hoteles legendarios de Europa como el Sacher de Viena, el Ritz de París, el Pera Palas de Estambul, el Excelsior de Roma, el Savoy de Londres y varios más. 24 ciudades y sus más emblemáticos hoteles en donde se alojaron Churchill, Marilyn Monroe, Hitchcock, Agatha Christie, Fidel Castro, Mata Hari, Hemingway, Truman Capote y una enorme listas de celebridades.
"¿Se puede entender una ciudad sin sus hoteles? El Strand
(de Rangún,Birmania) era uno de esos albergues en los que el
viajero penetraba con reverencia, como ocurre con el Oriental
de Bangkok. Allí pedí la habitación que ocupó Joseph Conrad y me
tomé unas copas en la barra por la que pasaron George Orwell
y Pablo Neruda en sus años de cónsul de Chile en Rangún.
Nada más atractivo, aunque incómodo, que un hotel en decadencia,
en el que la luz se va de pronto, corren los ratones por el
vestíbulo, chirría el ascensor, fallan las cañerías, como en el
Aletti de Argel, al que volví hace unos años. Es la metáfora de
un país ahogado en sangre: sombrío y un poco fúnebre"
Manuel Leguineche, "Hotel Nirvana"
yo propongo las cronicas de viajes de Manuel Mujica Lainez
Gracias, Carmen! Lo voy a leer!
Me gustaría leer El Turista Desnudo y después los otros libros
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