Bodrum en Turquía, llamada antiguamente Halicarnaso, no solo guarda los restos del mausoleo que fuera una de las 7 maravillas del mundo antiguo. Es también un destino imperdible con sus playas, bazares, el anfiteatro griego, la fortaleza junto al mar y su excelente gastronomía
Continuamos nuestro Itinerario por la costa de Turquía que habíamos comenzado en Estambul, luego Canakkale con excursión por libre a Troya y que siguió por Esmirna, la perla del Egeo.
Consejos para viajar a Turquía
Visita a Bodrum en Turquía
Viajamos a Bodrum en Turquía desde Esmirna en uno de los cómodos y modernos autobuses turcos, por una ruta que por momentos nos deja ver el Egeo, con sus islas griegas y turcas. Cuando hacemos una parada en Milas, un cartel nos recuerda que a pocos kilómetros se ubica el Aeropuerto internacional de Milas-Bodrum, emplazado a 16 kms de esta ciudad y a 36 de Bodrum.
En los alrededores entre acantilados y colinas se pueden ver lujosos hoteles con piscina. Nos detenemos en la Otogar, la estación, que hace poco tiempo que se inauguró. Fueron unas placenteras 4 horas y media de viaje. La terminal se ubica en las afueras de la ciudad, a unos pocos kilómetros del centro, por lo que se pueden tomar minibuses públicos muy baratos o taxis.
Nos alojamos en el Hotel Centro Bodrum, reciententemente renovado, hay que pedir que te den las habitaciones nuevas. Es muy lindo, con piscina y desayuno incluido y a muy buen precio; a unos 10 minutos caminando del centro y de las playas.
La ciudad nos encanta desde el primer minuto. Mayo o junio son meses ideales para visitarla: clima cálido, días soleados y bastante menos gente que en los meses de temporada alta de julio y agosto. La avenida costanera es placentera para caminarla, de un lado decenas de yates, en donde relucen sus cascos de madera, en el centro parques con juegos y del otro restaurantes, palmeras y aire relajado.
En la plaza en donde se ubica el edificio Municipal, ondea una bandera de Ataturk, el padre de la patria, a pocos metros una mezquita, calles peatonales con restaurantes y negocios de indumentaria, joyerías y souvenirs.

Más adelante, la línea de la Marina persiste y bordea el imponente castillo, siglos atrás, conocido como de San Pedro. Aparecen nuevas playas como la Kumbahce con sombrillas, reposeras y lugares para comer o tomar algo. Estamos con hambre, nos metemos a curiosear en el bazar, cubierto con lonas que dan una linda sombra. Nos dejamos envolver por el ambiente tranquilo y playero.


Comemos unos donners de cordero, que en la versión local le intercalan cada tanto papas y zanahorias a los trozos de carne que giran junto a la estufa, para darle otro sabor.
El día está soleado y cálido y pasamos la tarde en una de las playas del centro donde las sombrillas son gratuitas.
Cuando cae el sol delante nuestro, es un espectáculo que por repetido no deja de ser hermoso. En esta parte los bares y restaurantes ya armaron sus mesas junto a la orilla para que el momento del atardecer se acompañe con unos pescados asados y el coctel que más les guste.
Siempre es lindo el paseo por la Marina. Lleno de restaurantes, se escucha música, también la mezquita llamando al rezo. Al otro lado una larguísima fila de barcos que ofrecen paseos y cenas privadas. En una calle céntrica, nos sacamos una foto con la estatua de Heródoto, considerado el padre de la Historia y nacido en la ciudad y con la del sátrapa Mausolo, en su honor construyeron el mausoleo de Halicarnaso.
Playa de Gümbet
Al día siguiente vamos a una playa que se ubica a unos cuantos minutos del centro, se llama Gümbet. Es ancha, de canto rodado chiquito, el color del mar es espectacular y hay poca gente. En esta playa los que sobresalen son los hoteles, con sus restaurantes por delante y una larga fila de reposeras y sombrillas. A nuestra izquierda los antiguos molinos de viento sobre la colina, brindan un bonito espectáculo. Nos relajamos, probamos el agua que está fría y transparente. Se escucha música de un parador que está a unos cuantos metros. Cervezas, castañas de cajú y pistachos.
Anfiteatro griego
Día de imperdibles. Bodrum, tiene varios pero estos dos son los más antiguos. Ascendemos la colina en busca del anfiteatro griego. Con capacidad para más de 12 mil personas, es de entrada libre, nos sentamos en las gradas, pasamos largo rato en este monumento de unos jóvenes 2200 años. Estamos solos, todo el mundo está en la playa. Lo mandó a edificar el rey Mausolo y en la actualidad se lo utiliza como escenario para eventos.
Halicarnaso: una de las siete maravillas del mundo antiguo
Justamente el mausoleo de Halicarnaso fue construido por su esposa Artemisa, en honor de este rey y hacia allí nos dirigimos. Al salir vemos como desde las alturas se desliza armónica la ciudad, sus casas bajas, el castillo, un crucero se recorta enorme a un costado. El mausoleo de Halicarnaso, fue una de las Siete maravillas del mundo antiguo. Era un espléndido templo funerario. Sobrevivió por casi 2 mil años hasta que un terremoto lo derrumbó. Es poco lo que queda, hay que utilizar la imaginación, delante de las pilas de trozos de mármol. Igualmente hay pinturas y dibujos que lo recrean. Los caballeros de San Juan utilizaron sus piedras para el castillo de la ciudad y también para la fortaleza de Rodas.
Pasado el atardecer nos vamos a tomar una cerveza en un bar junto al mar. Papas fritas, risas y los colores en los que se va transformando el cielo mientras cae la tarde delante nuestro. Para la cena vamos a un local especializado en papas rellenas, que se llaman Kumpir. Delante nuestro el Mediterráneo con la fortaleza iluminada y una larga fila de restaurantes de aire divertido. El sistema es así: la papa se rellena con los topics que más te gusten. Pueden ser manteca, queso, salchicha, ensalada rusa, ensalada de trigo burgol, aceitunas y pepinillos. ¡A comer!