Liubliana, la capital de Eslovenia, es romántica, ecológica y sofisticada; y también posee uno de los barrios de cultura alternativa más importantes de Europa en donde además se puede dormir en una antigua cárcel en el famoso barrio Metelkova.

Metelkova
El sol asoma tímido mientras cruzamos el Dragon bridge, el puente que es custodiado por cuatro dragones, símbolos y protectores de la ciudad. El río Liublianica murmura por debajo, mientras tomamos por Trubarjeva cesca para de a poco meternos en otra Liubliana, una Liubliana más alternativa pero no menos interesante. El epicentro es el barrio Metelkova, que no es más grande que un par de manzanas pero es en donde la cultura alternativa ha encontrado su lugar en el mundo. Vemos una cancha de básquet toda pintada con graffitis y por sobre el paredón aparecen una serie de ventanas enrejadas y paredes multicolores.

-¡Estoy feliz, está va a ser la segunda vez que duerma en una cárcel! Me dice Caro mientras ingresamos al Hostel Celica, el que precisamente fuera una prisión durante el Imperio Austrohúngaro y cuartel militar en tiempos en que Eslovenia era una de las seis repúblicas que conformaban Yugoslavia. La historia de cómo una cárcel se convirtió en un hostel 5 estrellas miembro de Hostel Geeks, la web que premia a los hostels 5 estrellas del mundo, es turbulenta y apasionante.

La recepción, el bar, el restaurante, el café oriental, la galería que da al jardín, todo infunde paz, alegría, creatividad, libertad. La misma libertad que se utilizó para la decoración y diseño de las veinte celdas-cuartos del hostel, en donde fueron convocados más de 80 artistas eslovenos y de otras partes del mundo.


Estamos parados frente a los barrotes de la habitación 116, nuestra morada por los próximos días, llamada El Ojo. El cuarto está revestido de celeste, con inscripciones del Juicio de París de la mitología griega, con la cama circular en las alturas (el ojo que mira hacia los confines de la tierra), una mesa también circular en el centro y más barrotes en las ventanas.
Recomendación dónde dormir en Liubliana, Eslovenia



Salgo por un segundo de mi admiración a todo lo que veo y retomo un tema que quedó suelto – ¿Cómo que es la segunda vez que vas a dormir en una cárcel? ¿Cuándo fue la primera? Hay muchas cosas que uno no conoce de su esposa. Tarda en responder y la salva la campana porque Monika, la simpática recepcionista nos propone conocer otras celdas y nos encanta la propuesta porque nos permite comparar, analizar, jugar a cuál es nuestra preferida. Y también en cual nos quedaremos la próxima vez que visitemos el hostel: ¡la 111 digo yo, mejor la 110 retruca Caro!


Las historias del hostel Celica y del barrio cultural Metelkova están unidas, son inseparables. Todo comenzó en 1991 cuando Eslovenia decidió independizarse de Yugoslavia. No fue para nada fácil, pero lo logró. Fue entonces cuando las fuerzas armadas yugoslavas se retiraron de sus cuarteles y todo el predio quedó abandonado. A partir de allí se comenzó a analizar qué hacer con esos antiguos edificios, muchos en mal estado y que además recordaban épocas que se querían olvidar. Estuvo muy cerca de ser demolido, esa era la salida que querían las autoridades de Liubliana, pero diferentes organizaciones que promueven la cultura, el arte y la no violencia se opusieron a ello. Soñaban con crear allí un ambiente cultural y sin perder tiempo comenzaron a trabajar para que estos lugares abandonados se convirtieran en centros de inspiración, creatividad y libertad.


Reunidos en lo que se llamó la Red Metelkova más de 200 activistas se alojaron en el predio, evitaron su destrucción y lo convirtieron en una zona autogestionada y autónoma. Entonces se instalaron galerías de arte, estudios de música alternativa, espacios culturales, además de bares y discotecas. Y fue en ese ambiente creativo en donde también comenzó a germinar la idea de un hostel, un lugar en donde todos los que se alojasen, sintieran todo lo contrario a lo que habían sentido sus antiguos habitantes: esto es libertad y felicidad. Para ello trabajaron por muchos años diferentes colaboradores, la organización de estudiantes de la Universidad de Liubliana y también el Ayuntamiento que finalmente aceptó dar una mano.




El Celica se encuentra prácticamente en el centro del barrio Metelkova, abrazado por esa explosión de colores que devuelven las paredes. Al pasear por allí de día reina la paz, el silencio solo roto por los pájaros. Algunos turistas sacando fotos a la multitud de graffitis, dibujantes sentados a la sombra, algún que otro músico afinando su guitarra, jóvenes escribiendo a mano, quizás sean poetas y niños de las escuelas de la zona que se sienten sorprendidos ante las imágenes que devuelven los murales. Son apabullantes los mensajes que lanzan mosaicos, estatuas, esculturas y figuras muchas de aspecto amenazador, turbador, intrigante. Por momentos las imágenes psicodélicas hacen pensar que un Jackson Pollock Recargado volvió del más allá para continuar con su arte.



Al anochecer Metelkova cambia por completo y se convierte en el centro de la movida contracultural de la ciudad, ya no son solo artistas los que pasan por allí, sino también estudiantes, grupos de amigos, viajeros, punks, hippies, bohemios y todos los que quieran sentarse a escuchar música, charlar o tomar unas cervezas. Las luces son escasas, ocultan los rostros y proyectan sombras sobre las esculturas y los colores muchas veces estridentes de los grafittis.

En el hostel Celica reina la algarabía, en el bar grupos de amigos juegan al pingpong cervecero, el que emboca toma y el que no también. La música suena al volumen perfecto, mientras en el televisor gigante hay un partido de fútbol. Nos sentamos en la galería a tomar unas cervezas, no tenemos apuro, queremos que la noche sea eterna. Dormiremos en una celda, pero viva la libertad, ningún guardia nos va a ordenar en qué momento nos tenemos que ir a dormir.
