Ciudad de aire porque desde sus miradores se pueden ver las mejores vistas de la ciudad, descansar, relajar con una cerveza y tomar aire para la próxima subida; de agua porque las aguas del río Tajo se confunden con las del Océano Atlántico; y de tierra porque es allí donde nacen sus flores, sus canciones y aromas. No hay dudas que Lisboa es una ciudad de aire, agua y tierra.
En el mirador de Santa Lucía uno pierde la noción del tiempo. También la vista se pierde en el horizonte más allá del Tajo que acaricia la costa de Lisboa. Las casitas blancas con sus techos de tejas color rojo o naranja y las cúpulas de la iglesia de San Vicente de Fora sobresalen entre angostas callejuelas que suben y bajan. Es como si un poderoso ser superior se hubiera dado el gusto de construir una extraordinaria maqueta de tamaño natural. El mirador está decorado con los tradicionales azulejos blancos y azules y a la hora del mediodía está inusualmente silencioso.
A pocos metros se ubica otro excelente mirador el conocido como Puertas del Sol. Allí sí hay bullicio, turistas, vendedores de souvenirs y músicos. A lo lejos, por la desembocadura del río vemos avanzar pequeñas embarcaciones y un impresionante crucero que se desliza despacio, como disfrutando de cada milla náutica que recorre.
Con Caro nos preguntamos de donde vendrá. ¿Habrá cruzado el inmenso océano Atlántico, el mar Mediterráneo o el canal de la Mancha? ¿En que puertos habrá atracado? Apostamos entre nosotros, el que gana se lleva un beso. Yo digo que el crucero pasó por Marsella, la bella Barcelona y la mítica Casablanca en Marruecos. Caro cree que partió del puerto de Southampton en Inglaterra, se detuvo en Porto y luego llegó hasta Lisboa para más adelante seguir viaje hasta las islas Canarias. Sólo es un juego, pero uno de esos que nos hacen soñar con nuevos lugares y recordar y añorar muchos de los que visitamos. El mar, el agua, los barcos, los puertos; producen en nosotros sensaciones de libertad, de aventuras, de infinito, de olor a sal, de viento en la cara, de playas perdidas, de risas y canciones.
Nos adentramos lentamente en el barrio de Alfama que se desparrama a nuestro alrededor, es el más antiguo de Lisboa, y donde por siglos vivieron los musulmanes que atravesaron el Mediterráneo y tomaron la ciudad en el año 711 d.C. Se ubica en las alturas y abraza a su querida fortaleza que cuando fue recuperada por los cristianos, más de cuatrocientos años después, se la rebautizó como castillo de San Jorge. Las calles empedradas, de casas descascaradas de dos pisos, nos invitan a caminarlas pausadamente. Son decadentes, cuidadosamente descuidadas, como si la decrepitud supiera exactamente en dónde detenerse para darla el encanto necesario.
Para interiorizarte más sobre la historia y los barrios podés aprovechar un Free Tour en Lisboa, o un free tour por el barrio de Alfama o un Free tour por el barrio de Belem. También los hay más artísticos como el free tour de Lisboa alternativa
A las puertas del castillo hay una fila de turistas esperando para franquear sus muros y conocer un imprescindible pedazo de historia. Al ingresar inmediatamente se retroceden varios siglos, siglos de batallas entre caballeros de pesadas armaduras, de espadas y cimitarras, de moros y cristianos. En sus pasarelas de piedra se pueden ver la ciudadela real, los restos del antiguo palacio, torres y excelentes vistas de Lisboa. Al salir nos llegan los acordes de una banda de música que toca a la gorra. El cantante viste una remera que dice “El punk no ha muerto” mientras desafina un “Ohhh Susana no llores más por mí…..”.
Nos volvemos a subir a uno de los eternos e indispensables tranvías que esta vez transporta menos gente y hasta podemos sentarnos. Resoplando toma calles empinadas para luego agarrar velocidad en las bajadas y doblar en angostas esquinas en donde parece improbable que consiga un ángulo de giro.
Pensábamos visitar la Catedral de Lisboa, pero en las vueltas del tranvía, nos terminamos bajando en la plaza del Comercio, en la Baixa, la parte baja de la ciudad. A nuestra altura, las aguas del Tajo bañan las escalinatas por donde reyes y nobles ingresaban a Lisboa. También de estas aguas partió en 1497 el marino y conquistador Vasco Da Gama en busca de aventuras, fama y por supuesto dinero. Fue el primero de sus largos y peligrosos viajes, cruzando medio mundo hasta las costas de Kerala en la exótica y remota India.
Esta zona, como gran parte de la ciudad quedó destruida por el terremoto de 1755 y fue el Marquez de Pombal quien inició la reconstrucción. En el centro de la plaza hay una estatua del rey José I montando en su caballo y más allá el Arco del Triunfo que abre el paso a la vía Augusta, famosa calle peatonal repleta de negocios y restaurantes.
Lisboa se interna profundamente en la historia y sus raíces llegan hasta los antiguos tiempos de fenicios y griegos, algunos siglos antes de que se convirtiera en territorio del Imperio romano. Y tan lejos llegan que varios expertos aseguran que la ciudad fue fundada por el mismísimo Odiseo (Ulises para los romanos) quien en los diez años que estuvo corriendo aventuras por el Mediterráneo, tras la caída de Troya, recaló en estas tierras. Tiempo después regresaría a Ítaca para volver a los brazos de su esposa Penélope y vengarse de unos cuantos nobles, como narra la Odisea del poeta Homero.
Cerca de la plaza se encuentra el elevador de Santa Justa, otro de los imperdibles de la ciudad. Construido hace más de cien años en estilo neogótico es un ascensor vertical que conecta la parte baja con el barrio Chiado, a pocos metros de la Plaza de Carmo y su convento. Desde las alturas del mirador a 360° se obtienen maravillosas vistas de la ciudad, a lo lejos vemos a la imponente Santa María Mayor de Lisboa, la catedral conocida como Sé, el río Tajo con sus embarcaciones, las plazas como la del Rossio, los tejados, el castillo San Jorge y mucha gente que pasea, trabaja, se apura o disfruta de la vida.


Más tarde cruzamos un puentecito y tomamos un café, acompañado con unos ricos pasteles de Belém, para luego sí llegar hasta las ruinas de la Iglesia del Carmo, convertida en museo arqueológico, y que recuerda las devastadoras consecuencia de aquel terremoto de fines del siglo XVIII.
Perdidos en lindas callecitas, avanzamos hasta el barrio Alto, la tarde es calurosa y cada tanto nos detenemos a recuperar un poco el aliento. El Alto es uno de los más movidos por las noches, pero mientras el sol brille, permanecerá tranquilo, con su aire nostálgico, como el fado que se canta en su locales bailables. Sus calles están adornadas con guirnaldas de colores y sus bares y restaurantes tienen pocas mesas ocupadas. Es así, hasta que el sol no se esconda, no se armará la fiesta en el barrio Alto. Y cuando las sombras aparezcan y los faroles comiencen a encenderse estaremos aquí para conocer otra cara más de uno los lugares más interesantes de la inolvidable Lisboa.
Lisboa Card: tarjeta para transportes y monumentos
La Lisboa Card es una tarjeta turística que nos fue de gran utilidad para movernos en transporte público (metro, elevadores, tranvías, autobuses y algunos trenes, como la línea Sintra-Rossio y Cascais-Cais do Sodré) y para acceder de forma gratuita o con importantes descuentos a numerosos museos, monumentos y lugares de ocio de Lisboa.
La tarjeta se puede comprar para 24hs (20 E), 48hs (34 E) o 72hs (42 E).
Con la Lisboa card se puede ahorrar bastante dinero: ejemplo de un día, se puede visitar: el monasterio de los Jerónimos tiene un precio de 10 E, la Torre de Belem cuesta 6 E, el tren ida y vuelta a Belem 2,90 E cada trayecto, luego subir por el elevador de Rua Da Bica a 3,80 E y empalmar con el recorrido del tranvía 28 2,90 E . Y para el atardecer subir al mirador 360 del Arco Monumental da Rua Augusta que cuesta 3 E y al final subir de noche al elevador de Santa Justa 5,15 E ida y vuelta. Todo esto en un día te hubiera costado 36,65 E!
Comprá aquí tu tarjeta turística Lisboa Card
Como siempre decimos, para ahorrar con la comprar de las tarjetas turísticas hay que tener un plan de visitas y un cronograma con mapa en mano, horarios y distancias. Lo interesante también en esta modalidad de la Lisboa Card es que se activan de manera diferente tanto el transporte, como monumentos o atracciones. Es decir para las atracciones se activa escribiendo la fecha o pasando por el lector en el primer monumento al que accedés y para el uso del transporte, la primera vez que lo pasás por un lector también. Así que si activaron en diferentes horarios, la tarjeta durará más de 24 hs.
FALTAN POCOS DÍAS PARA QUE VISITE LISBOA, GRACIAS POR HACERME QUE DISFRUTE DESDE AHORA!!!!!