Más de uno de nuestros amigos, sin un mapa a mano o con las aplicaciones geográficas del teléfono celular desactivadas nos hizo esta pregunta: ¿Eslovenia tiene mar? Sí, por supuesto, posee 47 kilómetros muy bien aprovechados y para todos los gustos. Allí fuimos, hacia Pirán y Portoroz.

¿Qué hacer en Pirán y Portoroz? Panorámica de Pirán, Eslovenia.
¿Qué hacer en Pirán y Portoroz? Panorámica de Pirán, Eslovenia.

Eslovenia es un pequeño país de Europa que en las costas que miran al mar Adriático limita con Italia al norte y con Croacia al sur. Pueden llegar en los medios de transporte que deseen, en nuestro caso lo hicimos desde Venecia en tren y luego bus. Los tickets a Trieste, última ciudad italiana antes de ingresar a Eslovenia nos costaron 13,40 euros y son dos horas de viaje aproximadamente. La estación de buses de Trieste está pegada a la de trenes, así que solo hay que cruzar una calle y sacar los boletos a la ciudad eslovena que se quiera visitar, en nuestro caso es Pirán, una de las joyas del país. El costo de los tickets es de 5,90 euros y el recorrido es interesante para los que no tengan apuro porque da un rápido pantallazo de varias ciudades para visitarlas más adelante. Ni bien pasar la frontera los carteles comienzan a leerse tanto en esloveno como en italiano, lo que permite entender un poco el idioma. Es que toda esta región fue por siglos territorio controlado por la República de Venecia y además del idioma compartido han dejado su huella en muchas edificaciones importantes. Primero entramos en Koper, la ciudad más poblada de la zona, puerto importante con shoppings y supermercados; luego Izola, balneario coqueto, pequeño, de casas bajas y antiguas y un boulevard arbolado;  le sigue Portoroz, la capital del turismo playero de Eslovenia con sus hoteles con spa, playas con multitud de sombrillas, restaurantes y locales de ropa y souvenirs. Y finalmente Pirán, en total dos horas de viaje. El bus nos deja a la entrada de la ciudad, apretaditos entre la montaña y el mar. El tráfico está bastante restringido, los que la visiten en auto, lo deberán dejar en un estacionamiento a unos cinco minutos de viaje, en donde hay buses gratuitos que te llevan al centro.

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Podés leer nuestro nota completa de Itinerario de viaje por los Balcanes

Costanera de Pirán, Eslovenia 
Aquí nos dejó el bus que tomamos en Trieste. Costanera de Pirán, Eslovenia 

Los veleros se mecen en la bahía, mientras nosotros caminamos unos metros hasta nuestro casa por unos días, el B&B Miracolo di Mare. Una excelente opción en Pirán, cuartos cómodos, buena atención y un parquecito al fondo para desayunar al sol. Boris, su dueño, habla perfecto italiano y hace que tu estadía sea placentera.

Miracolo di Mare, Pirán, Eslovenia
Miracolo di Mare, Pirán, Eslovenia
Miracolo di Mare, Pirán, Eslovenia
Miracolo di Mare, Pirán, Eslovenia

Arribamos a Pirán en los primeros días de marzo, el invierno recién se va diluyendo de a poco y la ciudad calienta motores para la temporada alta de primavera y verano que se inicia en unos días. El clima está cambiante. A un día de frío y lluvia, le sigue uno de cielo límpido y calor que nos hace salir con la campera en el bolso. La ciudad es elegante, especial para sentarse a tomar sol frente al mar o en la plaza Tartini, la principal de la ciudad mientras a pocos metros en la Marina el viento bambolea los veleros. La plaza Tartini es ovalada, de pisos de mármol, con elegantes edificios como el del Ayuntamiento, los tribunales, la casa en la que nació el mismo Tartini y la cúpula de la iglesia de San Pedro que sobresale por sobre todo lo demás. Giuseppe Tartini fue un famoso compositor y violinista y su estatua preside la plaza. Esta es una interesante y satisfactoria característica eslovena de darle sitios de honor a sus artistas, en vez de a tanto conquistador o guerrero como sucede normalmente.

Pirán, Eslovenia
La señorial Pirán en Eslovenia
Plaza Tartini, Pirán, Eslovenia
Plaza Tartini, Pirán, Eslovenia

De la plaza caminamos por lindas callejuelas y empezamos a subir un corto trayecto hasta la muralla de la ciudad. Desde allí se puede bajar a un sendero que lleva a una playa sembrada de rocas y un mar que sigue frío en esta época del año pero que pide a gritos una zambullida.

El mar de Piran, Eslovenia
El mar de Piran, Eslovenia
A la vera del mar entre Pirán y Fiesa, Eslovenia
A la vera del mar entre Pirán y Fiesa, Eslovenia

Seguimos caminando por allí hasta Fiesa, un pequeño pueblo con un par de hoteles, un camping de casas rodantes y una laguna agreste, todo junto al mar. Para regresar a Pirán tomamos por un camino diferente, bordeando la ruta entre casitas que miran al horizonte celeste, árboles y paz. Diez minutos después aparece nuevamente la muralla con sus bastiones que en temporada baja se puede subir gratuitamente. Las vistas de la ciudad que se derrama en una auténtica punta de flecha son lindísimas.

Muralla de Pirán, Eslovenia
Muralla de Pirán, Eslovenia
Panorámica de Pirán desde la muralla, Eslovenia
Panorámica de Pirán desde la muralla, Eslovenia
Pirán desde sus murallas, Eslovenia
Pirán desde sus murallas, Eslovenia
Picada en la costanera de Piran, Eslovenia
Picada en la costanera de Piran, Eslovenia

Al descender caminamos por la costanera, con restaurantes a un lado y explanadas de cemento a modo de playa con escaleritas para saltar al mar, al otro. Siguiendo por allí se llega al final de la ciudad en donde se ubica la iglesia de la Beata Virgen Della Salute y el antiguo faro. Después solo queda perderse por callejones para dar a pequeñas plazas o  regresar a la Marina para ver como los pescadores recogen sus redes y los veleros y botes se mueven rítmicamente.

Costanera de Pirán, Eslovenia
Costanera de Pirán, Eslovenia
Costanera de Pirán, Eslovenia
Costanera de Pirán, Eslovenia
Sirena de la costanera de Pirán, Eslovenia
Sirena de la costanera de Pirán, Eslovenia
Cevapcici en Sarajevo 84, Piran, Eslovenia
Cevapcici en Sarajevo 84, Piran, Eslovenia

La oferta gastronómica es amplia, sobretodo de productos de mar y variedades de la cocina italiana, pero esta vez nosotros queremos empezar a conocer la comida balcánica. Cenamos en el restaurante Sarajevo 84, muy recomendable y a pocos pasos del hotel. Lo primero que hay que probar son los cevapcici, pequeñas salchichas de carne picada envueltas en pan de pita; paprikas asados, morrones  horneados y salteados con ajo y aceite de oliva; y el kajmak, la salsa láctea que acompaña casi todos los platos en esta región. De postre baklava de nueces y miel.

Baklava, postre típico balcánico y otomano, Pirán, Eslovenia
Baklava, postre típico balcánico y otomano, Pirán, Eslovenia

En la mesa de al lado se sientan cuatro italianos mayores, que en un segundo se ponen a charlar con nosotros, son de Verona, tifosis del Chievo. Nos felicitan por el papa Francisco y Armando, el más charlatán, nos dice que le gusta pero que le parece “medio” comunista. Su amigo lo mira serio y le dice será porque vos sos demasiado capitalista. Nos reímos, bromeamos, nos preguntan de Argentina. Armando muestra fotos de sus seis nietos, Caro de toda la familia. Y para despedirnos nos canta en español: “El pueblo unido jamás será vencido, el pueblo unido jamás será vencido”.

Cenando en Sarajevo 84 con amigos italianos, Piran, Eslovenia
Cenando en Sarajevo 84 con amigos italianos, Piran, Eslovenia

El nuevo día amanece  frío y oscuro. ¡Que pasó con el cielo límpido de ayer!  Entonces decidimos conocer Portoroz. Tomamos el bus gratuito en la plaza Tartini que nos deja en el estacionamiento a las afueras de la ciudad y allí empezamos a caminar junto al mar. Existe la opción de tomar el bus pago por 1,5 euros por persona que sigue hasta el centro de Portoroz. En el trayecto en una línea de tierra apretada entre la colina y el mar aparecen algunos grandes hoteles, casinos y el pueblo de San Bernardin, con una Marina y también hoteles y restaurantes.

Camino entre Pirán y Portoroz, Eslovenia
Camino entre Pirán y Portoroz, Eslovenia

Quince minutos más de caminata y entramos propiamente en Portoroz, típica ciudad playera, con una avenida central con grandes y lujosos hoteles, playas más largas, de arena y sombrillas. Gracias a la cantidad de spas que hay por toda la ciudad, el turismo de la tercera edad es bastante numeroso. Paseamos, tomamos helados (pasión eslovena), pateamos la orilla y cuando vemos que una nube negra avanza por el horizonte, nos volvemos en bus a Pirán. Cenamos en un restaurante de la costa mientras la tormenta golpea con fuerza los techos y las olas se suman al diluvio saltando los murallones hasta la calle. ¡Qué manera de llover! ¿Cómo vamos a volver hasta el hotel sin empaparnos? Ya veremos, con un rissoto di mare, unos spaghetis con langostinos y una botella de vino blanco esloveno no hay manera que nos invada el desánimo.

Portoroz en invierno, Eslovenia
Portoroz en invierno, Eslovenia
Portoroz en invierno, Eslovenia
Portoroz en invierno, Eslovenia

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