Arribamos a Siena desde Roma, unos 190 kilómetros hacia el norte, a poco menos de tres horas de bus. A los costados de la ruta se ven iglesias, junto a pequeños caseríos de paredes de piedra y techos de tejas. El invierno no es tan exigente en la Toscana y los campos mantienen su verde, un poco desvaído es verdad, pero verde al fin, mientras entre las filas interminables de viñas y olivares se pueden ver hasta dónde termina el horizonte.

Siena fue tierra de etruscos hasta la llegada de los romanos y la leyenda de su fundación está también ligada a la de la antigua Roma. La tradición romana narra que una loba amamantó a dos hermanos gemelos llamados Rómulo y Remo que luego terminarían fundando la ciudad. En realidad sería sólo Rómulo, ya que los auspicios, (nada que ver con la publicidad) lo darían como el nuevo rey de la ciudad. Los auspicios eran una manera tradicional de dirimir pleitos o predecir el futuro y consistía en avistar aves y contarlas, guiados por un sacerdote llamado augur que las interpretaba (también hay discusiones si fueron buitres, cuervos o gaviotas). Remo no quedó muy contento con la predicción de las aves, la cuestión es que la pelea fue elevando el tono y derivaría en Rómulo asesinando a su hermano. En este punto es donde se inicia la leyenda de Siena, que cuenta que los hijos de Remo, al ver morir a su padre y temiendo que su tío se las agarrara con ellos, huyeron hacia el norte y encontraron seguro refugio entre las tres colinas de Siena. Historia cierta o no, se pueden ver estatuas de la loba amamantando a los gemelos como una forma de reivindicación de su origen.

En nuestros días en la ciudad nos alojarnos en dos hoteles muy buenos y totalmente diferentes. El primero se llama La Chicca B&B en la via Pannilunghi 9, una calle arbolada a unos diez minutos a pie del centro, detrás de la basílica de Santo Domingo y pasando el estadio de fútbol del Siena. El hotel es un antiguo caserón que hace más de cuatro generaciones que es propiedad de la familia. Nos reciben Darío y Seiko un matrimonio italo-japonés que es pura amabilidad. La casa tiene seis cuartos todos muy amplios y luminosos, una antigua bodega del abuelo, un parque y una sala de desayunos en donde sirven tortas y galletas caseras.




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A unos metros del hotel hay una hondonada plena de vegetación con vistas espléndidas de la ciudad con sus cúpulas y torres. Es que Siena como muchas de las ciudades y pueblos de la Toscana fue construida entre colinas, lo que hacía más fácil su defensa en tiempos medievales. En tiempos actuales hay que ejercitarse para subir y bajar por las antiguas callejuelas que zigzaguean o caen en pendiente, lo bueno es que en cada recodo, aparece una sorpresa.


El corazón de la ciudad es la Piazza del Campo, una plaza en forma de abanico dividida en nueve partes iguales en representación de los antiguos señores de la zona. Allí se encuentra el palazzo Pubblico, el bello edificio del ayuntamiento (una parte es museo y se puede visitar) con su famosa torre con campanario, llamada la Torre del Mangia. El nombre de la torre guarda una historia graciosa, bien italiana, ya que proviene de su primer guardia, que se llamaba Giovanni di Balduccio pero todo el mundo lo conocía por su apodo Mangiaguadagni. En castellano, el que se gasta todo el sueldo en comida.


La plaza es muy linda con su fuente Gaia, sus bares alrededor y esta torre Mangia que mide 88 metros, igual que el Duomo de Siena. En esta ciudad tan celosa de sus tradiciones e independencia, el estado y la iglesia estaban en pie de igualdad en el medioevo. Además la piazza del Campo es el escenario del evento más importante de la ciudad, el Palio delle Contrade, las carreras de caballos que se celebran el 2 de julio y el 16 de agosto de cada año, en donde compiten los 17 barrios de la ciudad (en realidad los diez que clasifican). Si quieren visitar la ciudad en esas fechas, hay que reservar con tiempo, porque está que explota de visitantes. Cada barrio tiene su escudo y caminando por ellos se pueden ver en las paredes sus diferentes insignias casi todas del mundo animal.


Paseamos por calles de piedra en donde se vende tartufo (exquisito paté de trufas), aceite de oliva y vinos de los pueblos cercanos como Montalcino, Monteriggione o los de Chianti. Cuando ya hace rato que cayó la noche, llovizna y el frío hace que apuremos el paso, nos vamos a cenar a la osteria Nonna Gina, una excelente recomendación que nos hicieron y donde volveremos a repetir al día siguiente. Atendida por sus dueños Dado y Lella que llevan más de cuarenta años de casados, pasamos una gran noche en uno de esos clásicos risttoranti de la Toscana. (En Italia los restaurantes se llaman Ostería cuando son atendidos por sus dueños). Llega el vino rosso de la casa para entrar en calor y también un buen antipasti, con jamón y salame toscano, pan mojado en salsa de tomate y alcaparras y brusquetas con paté de hígado.


Pero lo mejor estaba por venir. En el fondo una mesa con varios hombres mayores cantan antiguas canciones italianas y en una del costado un grupo de jóvenes festeja el triunfo de la Roma en el Calcio. Llegan los platos especialidad de la casa, ñoquis rellenos a la Lella y pici (fideo grueso) al Dado, una delicia. La receta de ambos platos es secreta y Dado no suelta prenda cuando le preguntamos los ingredientes secretos. Al final de la comida, el amaretto y la grappa van de regalo para salir a la fría y tranquila noche sienesa.

Nuestro segundo hotel se ubica en un lugar privilegiado de la ciudad, en la piazza San Giovanni 13, justo enfrente del Battistero (lugar de los bautismos) de la catedral de Siena (il Duomo). Por supuesto se llama Il Battistero B&B y en tiempos de la edad Media existía un pasadizo que conectaba el antiguo palacio con la basílica. Actualmente se puede visitar una parte. Cuartos de lujo y con historia. Uno de los personajes más importantes que vivió en el edificio fue el papa Alejandro VII quién utilizaba el pasaje subterráneo asiduamente. También los famosos arquitectos Le Corbusier y di Giorgio Martini se alojaron estas habitaciones. Los cuartos son grandes y con todas las comodidades, la atención es muy buena y es especial poder dormir en ese pedazo importante de la historia de Siena. Nuestro cuarto se llama Jacopo Della Quercia en honor a este escultor del renacimiento contemporáneo a Donatello.




Hay muchas cosas que definen el carácter de Siena: su amor por la república, sus enfrentamientos con Florencia, sus barrios y vinos, las carreras de caballos, Santa Catalina monja mística venerada en toda Italia y por supuesto il Duomo, su fantástica catedral gótica. Un edificio realmente imponente todo revestido de mármol blanco y negro, los colores de la ciudad.



Para ingresar al complejo que incluye la Catedral no se pierdan obras de Bernini y Miguel Angel; la librería Piccolomini, diseñada por Rafael y con pinturas de Pinturicchio; la porta del cielo y el panorama del facciatone para ver Siena desde las alturas; la cripta; el battistero con obras de Donatello, Ghiberti y Jacopo della Quercia; y el museo dell´opere; la entrada cuesta 8, 10 o 12 euros según la temporada del año y dura 72 hs.



¡Gran inicio para nuestros días en la Toscana!
TIPS DE SIENA
1
El viaje en bus de Roma a Siena lo hicimos con la compañía MEGABUS. Tiene precios «muy» baratos. Nos costó 5 euros cada uno. Los buses son cómodos, llegan en horario, tienen baño y wifi. Se pueden comprar los tickets online. No hace falta imprimir el ticket, solo con mostrar el número de reserva en el teléfono ya está. Dejan subir una valija grande por persona de forma gratuita (al menos en Italia). Si tienen el viaje programado conviene comprarlo con anticipación, se consiguen pasajes por 1 euro el trayecto. No tienen devolución y no están a nombre de nadie, por lo que lo puede usar cualquiera que tenga el código de reserva.
2
Siena es un buen comienzo para recorrer la Toscana. Como consejo, conviene alquilar auto ya que los medios de transporte entre pueblos tienen poca frecuencia y son muy caros. Eso sí. Hay que tener registro de conducir internacional y prestar mucha atención a todos los detalles del contrato de alquiler tanto antes como al entregarlo. Hemos leído muchos casos de estafas por «roturas» imprevistas o que nunca existieron, una vez devuelto el vehículo.
3
Encontramos una pizzería al paso medio escondida, pero muy barata y riquísima. «La Piccola Ciaccineria» (Via San Pietro 52). Además te dejan servirte un vasito de vino gratis mientras esperás que te calienten tu porción. Nosotros probamos la pizza rellena de salame Toscano y queso Pecorino. Para comprar pizza por porciones en Italia tienen que encontrar el cartel que dice «pizza al taglio».
Gracias, Uds siempre fijando mi agenda viajera jajajaj, Me encantó Siena.