Las pirámides de Tikal, antigua ciudad maya en el corazón de la selva de Guatemala son uno de los imperdibles en todo viaje a Centroamérica.

Enero 2006

Al mediodía de un día gris nos deslizamos por el terraplén que une la isla de Flores ubicada en medio del lago Petén con los pueblos de Santa Elena y San Benito. Casi que no podemos esperar para visitar la antigua ciudad maya de Tikal, pero venimos de un viaje muy largo procedentes de la ciudad mexicana de Chetumal y  tras atravesar en el camino Belice. Así que preferimos tomarnos lo que queda del día para descansar y recorrer el lugar. Al bajar del bus, caminamos unos cuantos metros y nos decidimos por un pequeño hotel de habitaciones austeras que tiene una puerta ventana que da a un balcón en común que mira directo al lago. Nos quedamos allí por unos minutos disfrutando de la vista y luego salimos a dar una vuelta.

Lago Petén, Las Flores, Guatemala

Lago Petén, Las Flores, Guatemala

Puente, Las Flores, Guatemala

Flores, Guatemala

El pueblo es muy pequeño, de casas coloridas y bajas con techos a dos aguas, calles empedradas, hotelitos que dan al lago y motitos taxis que se acercan constantemente para ofrecer algún viaje o tour por la zona. Subimos por calles angostas que a veces terminan en callejones y luego bajamos por otras que descienden hasta el lago en donde pequeñas barcazas de pescadores y otras con turistas recorren lentamente su tranquila superficie.

Lago Petén, Flores, Guatemala

Esa noche cenamos pimientos rellenos con carne, cebollas, morrones y especias de la zona, además de unas cuantas cervezas. Mientras comemos, charlamos sobre como seguirá nuestro viaje, de cómo nos sentimos viajando juntos, de todo lo que nos falta por conocer, de nuestras expectativas, de nuestros sueños. Es nuestro segundo viaje en común y nuestro amor por la aventura nos llevó a planear un recorrido exigente por gran parte de centroamérica que nos llena de alegría pero también de inquietud. A eso de las once con el pueblo silencioso y en penumbras nos vamos hasta el único bar que sigue abierto para alargar un poco más la noche y seguir conversando de todo un poco. Rodeándolo todo, el lago Petén está sumido en la oscuridad y el reposo, en la orilla de enfrente se ven miles de ramas que se mueven al compás de la brisa y pequeños puntos titilantes de color naranja que provienen de Santa Elena.

Restaurant La Luna, Flores, Guatemala

Restaurant La Luna, Flores, Guatemala

Plaza Central Pirámide deTikal, Guatemala

Temprano a la mañana nos montamos en una destartalada camioneta camino a Tikal. Podemos sentir la electricidad que nos produce visitar la que fuera una de las ciudades más importante de todo el mundo maya. Un poderoso centro económico y ceremonial en medio de la jungla, de magnífica arquitectura y en donde residían la familia real y los máximos líderes religiosos. El bus realiza paradas continuas y a medio camino ya está repleto de gente. Una hora y media más tarde llegamos al Parque Nacional Tikal que emerge orgulloso entre la vegetación. El predio es enorme, mágico, con caminos angostos y de espeso verdor, con cedros y caobas y árboles que no vimos en nuestra vida como el Cericote y el Manchiche.

Mapa de Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Un guía nos cuenta que también se pueden encontrar cientos de raíces y plantas medicinales y árboles de sabrosos frutos como cocoteros, mangos, palmitos, papayas y aguacates. Al caminar por allí se siente el olor salvaje de la selva que todo lo impregna con su vegetación y su humedad. En medio de los dominios de la naturaleza entre las copas de los árboles asoman las grandiosas cúpulas de piedra.

Tikal, Guatemala

Con mapa en mano tomamos un sendero y salimos a la Gran Plaza en el centro de la ciudad, allí se ubican dos de las pirámides mas importantes, los Templos I y II conocidos como el del Gran Jaguar y el de Las Máscaras. A un lado aparece la Acrópolis Norte y por el sur la Acrópolis Central.

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Las pirámides mayas además de ser tumbas reales eran utilizadas para las más importantes ceremonias religiosas. Por eso en su parte superior se pueden ver salas construidas especialmente para amplificar la voz. Desde allí los sacerdotes les hablaban a los dioses y a las multitudes que se congregaban a sus pies. Sin pensarlo dos veces comenzamos a escalar las escaleras que nos llevarán hasta la cima del templo número IV, el mas alto de todo Tikal y conocido como el de la Serpiente Bicéfala, justamente hay que andar con cuidado porque aseguran que hay variedad de serpientes por la zona.

Tikal, Guatemala

Las ganas de acercarnos a ese cielo venerado por los mayas nos acompañan en el esfuerzo. En las alturas podemos ver las cúpulas de piedra de las otras pirámides que emergen entre los arboles. Tiempo después, ya con los pies sobre la tierra avanzamos por el camino, conociendo que todo el parque arqueológico está dividido en nueve grupos arquitectónicos y una visita minuciosa puede llevar más de un día. Incluso en la entrada te advierten que puede haber más de una hora de caminata entre los diferentes complejos.

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Regulando las fuerzas por el calor, pasamos frente a la pirámide conocida como Mundo perdido y mas allá vemos el templo número V, es el segundo más alto de todo el complejo con casi sesenta metros de altura y todavía se desconoce a qué rey se debe su construcción. También en este caso nos decidimos a llegar la cima, entonces comenzamos a subir por una endeble escalera que asciende en línea recta y que está ubicada en uno de sus costados.

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

La subida es riesgosa y es mejor no mirar para abajo. Al llegar a la cúspide se accede a una cornisa en donde vemos a dos personas sentadas con la mirada perdida en el horizonte. Nos sentamos también, con nuestras piernas colgando en el vacío. La vista es imponente, te hipnotiza, pero cuando me doy cuenta a la altura que estamos sin mediar ningún elemento entre nosotros y el abismo, el vértigo comienza a atraparme.

Tikal, Guatemala

Pegando mi espalda todo lo que puedo a la pared, mi imaginación vuela, también lo hace la de Caro pero por diferentes derroteros. Pienso en los mayas, en esos magníficos matemáticos y astrólogos, en cómo hicieron para construir todo lo que vemos a nuestro alrededor hace más de mil años. Y también qué pudo haberles pasado para que semejante civilización entrara en decadencia, sus ciudades fueran abandonadas y hasta casi terminara desapareciendo. Recuerdo lo que leí sobre el tema y las explicaciones de los expertos no terminan de convencerme: falta de agua; exceso de  población; saturación de las tierras y falta de alimento; guerra civil o invasión de otras tribus; terremotos, epidemias; decadencia social; desorganización política; agotamiento económico. En su libro “La civilización maya” el arqueólogo y espía norteamericano Sylvanus Morleyrefiere que principalmente se debió a un colapso religioso. Quizás fueron muchas de estas razones combinadas, generalmente los hechos históricos se dan por múltiples causas. Lo cierto es que para la llegada de los conquistadores españoles a mediados del siglo XVI, hacía más de quinientos años que los mayas habían prácticamente desaparecido.

Tikal, Guatemala

Mientras Machi se hacía preguntas filosóficas sobre el ocaso de la civilización maya, mis pensamientos eran mucho más mundanos. El viaje en camioneta desde Flores hasta Tikal me había mareado, la cabeza dando vueltas y el estómago revuelto, con decir de la manera más académica posible, al llegar tuve que alimentar uno de sus árboles milenarios. Milagrosamente logré comprar una coca cola para recuperarme (no creo que sea indicación médica, pero a mí una coca cola me cura todos los males) y subí la escalinata de madera con la energía renovada. Si hay algo que me encanta y me genera una adrenalina exacerbada son las alturas. Estar ahí arriba, sin barandas, mirando solo las puntas de las pirámides que se asoman me hace desear tener la capacidad de volar por mis propios medios, acaparar con mi vista y darle un marco a toda esa ciudad selvática que uno generalmente mira desde abajo.

Tikal, Guatemala

Tikal, Guatemala

Desde donde estamos entre los árboles se puede ver el Templo III, el del Gran Sacerdote o del Sacerdote Jaguar que fue la última de las grandes pirámides construidas en Tikal, en el año 810 d. C.  Por horas nos perdemos en ese mundo milenario, pasamos por altares y estelas y pequeñas pirámides. Imaginamos a familias de campesinos mayas, de mercaderes, soldados y sacerdotes en larga procesión para festejar la llegada del solsticio de invierno, una de sus más importantes festividades. Cada tanto pasan pequeños grupos de turistas y desde las ramas trinan las aves y podemos ver tucanes, guacamayos y loros con sus colores estridentes que atraviesan el verdor. Va cayendo la tarde y nosotros iniciamos el regreso, la mayoría de los senderos que tomamos están desiertos, así que caminamos en silencio con la compañía de los miles de antiguos mayas que una y otra vez pasaron por ese mismo lugar.  Una vieja guia que llevamos en el bolso nos anuncia que por estos caminos abundan los zorros, los zopilotes, los venados y los jaguares. Andamos atentos, pero solo nos cruzamos con un pequeño jabalí de dientes filosos mientras por encima de nuestras cabezas salta de de rama en rama un diligente mono araña.

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