Descendimos tambaleantes y con nuestros corazones todavía golpeando del pequeño avión bimotor casi una avioneta que nos trajo de Bocas del Toro, el paradisíaco archipiélago ubicado en el norte de Panamá, muy cerca de la frontera con Costa Rica.
[T]ambién se llama Bocas del Toro la ciudad más importante de la Isla Colón, en donde nos alojamos y nos sirvió de base para visitar algunas de las islas cercanas como Cristóbal, Carenero, Bastimento y otras. Un lugar de inspiración y ensueño con aguas transparentes, casas de madera y pescadores que salen al amanecer y regresan tiempo después con las delicias que venden en los muelles.
Una hora de vuelo turbulento y estamos en la capital, la Ciudad de Panamá. Nuestro viaje por Centroamérica ha sido tan vertiginoso que llegamos con muy poca información de dónde alojarnos y qué lugares visitar.
Tomamos unos cuantos folletos de una estantería y salimos del aeropuerto en busca de un taxi que nos lleve hasta nuestro hotel, algún hotel, que sea bueno y barato. Detenidamente miramos los rostros de los taxistas que se agrupan a la salida, buscamos que su cara o sus gestos nos resulten confiables. Nunca es bueno generalizar, pero llevamos varias malas experiencias con los taxis en lo que va del viaje y además sabemos que esto se da en todas partes del mundo. Por eso ponemos especial concentración en la elección, así que tras dejar pasar una buena cantidad de autos, nos decidimos por un conductor moreno y flaco de no más de treinta y cinco años, lleva el pelo corto y una camisa cuadrillé de estilo escocés cerrada hasta el cuello. Su sonrisa es franca y su mirada transmite paz. Al subir al taxi comenzamos a ver que la decoración del auto es estrictamente católica, con cruces, cintas rojas, imágenes de Jesús y la virgen María y varias Biblias. El conductor se presenta como Wilmer González Torres y con suma amabilidad nos notifica la tarifa del viaje. La cifra es la misma que indica uno de los folletos turísticos que llevamos y esto hace que empecemos a tenerle confianza a ese chofer de hablar pausado y dientes muy blancos. Tímidamente nos pregunta -¿Prefieren que los lleve a recorrer un poco antes de ir al hotel? Es temprano, el día está soleado y Wilmer nos inspira tranquilidad, además ni siquiera tenemos hotel. Así que nos parece una gran idea y asentimos rápidamente. No tenemos mucho tiempo para conocer la ciudad y queremos romper rápidamente con la nostalgia que ya comienza ha atenazarnos por la inminencia del regreso a Buenos Aires. Sin mediar otra palabra el taxi toma rápidamente por la avenida Balboa y se abre ante nosotros una capital muy diferente a todas las que visitamos en centroamérica.
La costanera de azulejos blancos, celestes y azules está custodiada por esbeltas palmeras que se balancean con la brisa caribeña, y el mar turquesa y calmo de la bahía parece mojarle los pies a los magníficos rascacielos que se elevan detrás suyo. Esos enormes edificios todos espejados tienen algo de artificial, de irreal, como si estuvieran vacíos por dentro o fueran solo maquetas. Al pasar por la avenida Boyd, ante nuestros ojos se desplegan grandes hoteles, bonitos restaurantes y calles con boulevares cubiertos de Palmeras y varios shoppings malls. Es intenso el ajetreo de autos y camionetas último modelo, de múltiples tamaños y dimensiones.
De allí nos dirigimos al puente de las Américas que se eleva sobre la boca del famoso canal y tras bajar del auto, Wilmer nos indica una pequeña colina que tiene excelentes vistas y hasta allí escalamos. Desde lo alto podemos ver esa impresionante obra de ingenieria que permite que barcos y mercaderías crucen los océanos Atlántico y Pacífico por el medio del continente americano.
La construcción del canal de Panamá estuvo marcada por la sangre como toda obra que represente un negocio colosal para el ser humano. Fueron los franceses los que comenzaron su construcción a fines del siglo XIX, pero las terribles condiciones de trabajo, las enfermedades y los enfrentamientos derivaron en que los galos perdieran el negocio y lo tomaran los norteamericanos. Para poder terminar el Canal sin ningún tipo de complicaciones, lograron que Panamá rompiera con Colombia y se instituyera en un país independiente que rápidamente reconocieron como tal. El 3 de noviembre de 1903, con la firma del tratado Hay-Bunau Varilla se reinició la construcción del Canal que sería administrado a “perpetuidad” por Estados Unidos y que fue inaugurado 11 años después en 1914. Aunque parezca mentira, era tal el poder de Estados Unidos que se arrogaron la administración del canal de Panamá, para siempre. El presidente Jimmy Carter en una reparación tardía pero reparación al fin, en 1977 firmó un nuevo tratado en donde con el cambio de milenio, el canal volvería a manos panameñas.
En el taxi nuevamente, avanzamos por una carretera que cruza literalmente sobre el mar y conecta la ciudad con pequeñas islas en donde han construido complejos comerciales con restaurantes y shoppings y luego nos dirigimos hacia el Casco Viejo, la parte colonial de la capital. Bajamos a caminar, Wilmer nos dice que nos esperará en el auto.
Pasamos por la Plaza Mayor, actualmente llamada De la Independencia en donde se ubica también la Catedral Metropolitana, luego vamos hasta la Casa de Gobierno conocida como Palacio de las Garzas, que tiene varias de estas aves paseando por allí. Después salimos a calles angostas con casas de dos pisos y balcones de madera, iglesias antiguas y edificios de solemne decadencia.
Cuando volvemos al auto, Wilmer ya tiene encendido el motor y comenzamos a avanzar por una de las barriadas más pobres de la ciudad con deteriorados complejos de edificios en donde todavía se pueden ver secuelas de la invasión norteaméricana del 20 de diciembre de 1989. Ese día Estados Unidos inició la Invasión a Panamá con el objetivo de apresar al hombre fuerte del país, al general Manuel Noriega. Dictador y corrupto, también agente de la CIA y sostenido en el gobierno panameño gracias al apoyo y los dólares norteamericanos, a pesar de todas las denuncias internacionales.
Por razones inconfesables, en algún momento las autoridades norteamericanas le soltaron la mano a Noriega, de amigo pasó a enemigo y el operativo para sacarlo del poder se llamó Just Cause Operation: Operación Causa Justa. El ataque fue rápido y devastador sobretodo para los pobladores de la ciudad de Panamá, se estima que murieron unos cinco mil. El periodista y ex director del Le monde Diplomatique Ignacio Ramonet relata en su texto “La guerra de los halcones”:
“…Imaginaron el guión que consistía en lanzar primero una campaña mediática para diabolizar a Noriega calificándolo de «traficante de droga», «pornógrafo», «adepto de la brujería vudú», y claro está, «dictador adicto de la tortura y violador de los derechos humanos». Una vez la opinión pública preparada, se produjo el ataque repentino, masivo y sin testigos. La prensa no fue avisada de la ofensiva y unos comandos norteamericanos abatieron a un fotógrafo español de El País, por curioso…” “…Se utilizaron, por primera vez, los aviones furtivos F 117A Stealth, que, queriendo alcanzar el cuartel general de Noriega en Ciudad de Panamá, bombardearon por error el barrio popular del Chorrillo causando cerca de dos mil muertos…Se inauguraban así lo que luego se llamarían daños colaterales…La ONU condenó esta agresión, pero el embajador de Estados Unidos hizo uso de su veto…”
Wilmer maneja con pericia y nos guía por esas calles, sin emitir opinión al respecto, solo con monosílabos del tipo: “Noriega, cuartel general, aviones, bombas, muchos muertos…” No nos conocemos demasiado como para avanzar en nuestras opiniones sobre el tema. Como nos ve muy interesados en lo sucedido con Noriega, nos pregunta si queremos espiar la que fuera su mansión y rápidamente le decimos que sí. También nos anuncia que luego de eso, nos llevará a nuestro hotel ya que tiene un compromiso al que no puede faltar. En unos minutos llegamos hasta una zona residencial y estacionamos junto a un predio grande, protegido por un enrejado que en varias partes fue violentado, el pasto crece sin control y todo está cruzado por el vandalismo y la destrucción. Nadie vive allí. La invasión fue un éxito militar, Noriega fue detenido, llevado a Estados Unidos y condenado a 40 años de prisión por narcotraficante.
Al llegar a la zona del centro en donde tenemos varias opciones de hoteles, nos despedimos calurosamente de Wilmer, por su honestidad y por mostrarnos y contarnos cosas muy interesantes de su ciudad y de la historia de su país. Entre abrazos, con timidez y casi disculpándose por tener que dejarnos, nos dijo: “Soy evangelista, creo en Dios, y creo que para que las cosas cambien hay que empezar por uno mismo. En mi tiempo libre visito hospitales y centros asistenciales para ayudar a los que allí se encuentran internados y justamente ahora mismo debo ir a uno.”
[A]ntes de dormir, releo la ultima parte del texto de Ramonet, fue un día con muchas emociones y me cuesta cerrar los ojos.
“…La primera gran aventura política de este cuarteto infernal fue la invasión de Panamá en diciembre de 1989, sin autorización de la ONU y ni siquiera del Congreso norteamericano. Cheney, Rumsfeld, Wolfowitz y Perle (con Colin Powell de jefe de Estado Mayor del Ejército) imaginaron de cabo a rabo la operación Justa causa que ya entonces consistía en invadir militarmente Panamá, derrocar al autócrata Noriega e «instaurar la democracia» colocando en el poder a su protegido Guillermo Endara…»
Me duermo pensando que esos cuatro halcones me suenan de algún lado… Doce años después, junto con George W. Bush, Afganistán, Irak y mucho, mucho más…
Hola Chicos acabamos de escucharlos en Radicados, muy buena nota!.Asi como una excelente experiencia la de uds,.Ahora bien nos detuvimos en el viaje a Panama ya que en Noviembre estaremos viajando y los comentarios se suman a los recogidos en otros sitios. Ya tomamos nota de Wilmer y lo buscaremos para nuestros paseos. Excelentes las fotos y de ahora en mas los estaremos siguiendo. Vayan nuestro calidos saludos y Feliz Viaje. Silvia y Enrique de Mar del Plata
Hola Silvia! Hola Enrique! QUé bueno ir de nuevo a Panamá! Nosotros fuimos allá a los lejos en el año 2006 pero rememoramos esos momentos maravillosos para seguir compartiendo experiencias en el blog. Mucha suerte y nos escriben si tienen más dudas! Gracais por acompañarnos en esta aventura!