Cinque Terre: Cinco pueblos, mil historias frente al mar

La Spezia se ubica en el mar de Liguria, antes de que roce sus aguas con las del mar Tirreno, entre los puertos de Génova y Livorno. Y es también parada obligada para los lujosos cruceros que navegan por allí. No podría ser de otra manera, La Spezia es la ciudad que sirve de base para visitar una de las joyas de Italia, Cinque Terre: Las Cinco tierras.

Cinco maravillosos pueblos pesqueros que por su cercanía se los nombra así, como si fueran uno, pero guardan sus costumbres, tradiciones y resisten el paso del tiempo en un paisaje que corta el aliento. Se pueden visitar en un día o dos…o se pueden pasar semanas disfrutando de sus vistas al mar, sus colinas escarpadas,  sus viñedos y árboles de naranjas y limones; sus antiguas casonas que parecen tambalear en las alturas, sus terrazas sembradas y  sus pescados y mariscos frescos. En el aire se pueden sentir el aroma a sal y a albahaca y en la boca el regusto a aceite de oliva extra virgen, al pan tostado o al vino orgullo de la zona.

Cinque terre, las 5 tierras junto al mar

Desde La Spezia, el orden de los cinco pueblos es: Riomaggiore, Manarola, Corniglia, Vernazza y Monterosso al Mare y están unidos por las diferentes estaciones de tren a distancias que van de los cinco a los veinticinco minutos. También hay bellos y escarpados senderos que se pueden hacer a pie dependiendo de la temporada. ¿En qué orden visitarlos? Cómo más les guste, no tiene que haber un orden establecido, se puede empezar por el principio, el final o por el centro. Muchos arrancan su visita desde Monterosso, el más lejano a La Spezia, para luego de a poco ir desandando el camino. Otros lo contrario, sin querer esperar, viajan los cinco o seis minutos en tren desde La Spezia hasta Riomaggiore, para empezar por el más cercano. Los tickets de tren entre los pueblos cuestan en promedio entre 1,8 y 2,6 euros por tramo y en información turística de la estación de La Spezia se pueden pedir los horarios completos. Hay bastante frecuencia. También se puede sacar la Cinque Terre Card que cuesta 12 euros e incluye por 1 día: todos los trenes, ingreso a los senderos, wifi y buses ecológicos (en temporada baja los senderos son de libre acceso).

Nuestro camino a Las Cinco Tierras lo iniciamos en Riomaggiore el pueblo más cercano a La Spezia a tan solo cinco minutos de tren (atención: los tickets en mostrador cuestan 2,5 euros cada uno, en las máquinas 2,1 euros). Al descender  caminamos por un túnel de unos cien metros y ahí damos a la calle principal, apretada entre edificios antiguos de dos o tres pisos de colores pasteles clareados por el viento y la sal. La parte más bella de la ciudad es la bajada al mar, entre botes y redes de pescadores y el agua que salpica las rocas.

Escalando el centro con trattorias y pizzerías, se ubican la iglesia di San Giovanni Battista y la municipalidad, el sol es cálido, el pueblo también, casi sin turistas en febrero, a la hora del mediodía se respira la paz, el aire puro y diáfano.

Seguimos subiendo desde la iglesia para acercarnos al mar desde las alturas y a curiosear la vía dell´Amore. Hay un trayecto de 100 metros abierto hasta que nos encontramos con una puerta enrejada. La vía dell´Amore es un sendero que por su belleza invita al amor y que conecta Riomaggiore con Manarola, lamentablemente está cerrado por el momento por desmoronamiento del sendero, así que a nuestra segunda Tierra vamos en tren.

Los tickets de Riomaggiore a Manarola cuestan 1,8 euros y el viaje dura exactos tres minutos. Manarola también tiene su pasaje por debajo de la montaña y al salir damos a una pequeña plazoleta que desemboca en el mar con una calle en donde en vez de autos, son botes los que están estacionados.

Para disfrutar más de la belleza de Manarola hay que subir una pequeña cuesta que permite unas vistas perfectas del pueblo con sus hermosas casas que parecen surgir de la roca para admirar el mar. El corredor tiene bancos de piedra en donde se puede descansar y hasta hacer un picnic con una paisaje privilegiado. Dando la vuelta al sendero aparecen a lo lejos en la cresta de la colina las casas de Corniglia el tercero de los pueblos y único que no tiene salida al mar. En nuestro caso, planificamos en dos días nuestra visita a Cinque Terre, los que tienen solo uno, deben apurar un poco el paso.

La tarde a medida que avanza se pone cada vez más linda y decidimos irnos a la playa y el mejor de los pueblos para ello es Monterosso, el más lejano de los cinco. El viaje desde Manarola es de ocho minutos y nos cuesta 2,1 euros cada uno.  Desde el tren ya se ve la playa de conchillas, con el agua del Mediterráneo espumosa que golpea la costa. Caminamos por la orilla mientras las gaviotas revolotean y vemos en medio de la playa un viejo tronco que resiste el tiempo y el mar.

Monterosso está apretada por las montañas y hay que cruzar un túnel o un bastión para ir a la parte del pueblo con niños que juegan en la plaza central y lindos callejones con hoteles y algunas trattorias. Regresamos a la Spezia en el tren de las 19 hs., es un viaje de veinticinco minutos y cuesta  2,6 euros. Cuando recordamos que el de cinco minutos nos costó  2,5 euros nos damos cuenta que las tarifas son sumamente arbitrarias.

Nuestro segundo día en Cinque Terre lo iniciamos en Vernazza el cuarto pueblo desde La Spezia y el viaje es de veinte minutos. Vernazza es pequeño y sinuoso y la plaza principal se desliza hasta la costa junto a la iglesia Santa Margherita d’Antionchia que parece estar exactamente sobre el agua. A pesar de que la costa está reparada por una línea de rocas, el mar está picado y la espuma salpica al que pasa cerca.

De Vernazza se puede llegar caminando a Corniglia por uno de los senderos y lo recomendamos especialmente Se tardan 1h 45 minutos aproximadamente y las vistas de los acantilados y las montañas son maravillosas. (De Vernazza también se puede caminar a Monterosso, son dos horas, por una senda escarpada). Como estamos fuera de temporada no tuvimos que pagar la entrada para realizar el sendero. En nuestro camino podemos ver tanto Vernazza como Corniglia desde las alturas, con un mar azul y espumoso y unas terrazas naturales en donde los olivos y las vides de vernaccia, el vino de la zona, llegan hasta el borde del abismo. Las vistas de Corniglia, allí en lo alto son magníficas, también las de San Bernardino, pequeño pueblo que se ubica más arriba todavía.

En la plaza central, tres vecinas conversan de la vida mientras los “sabios” del pueblo hablan de fútbol en el bar. Allí comemos unas rústicas y sabrosas focaccias de mortadela y cuando el sol anaranjado empieza a descender, nosotros también iniciamos el descenso de los 377 escalones hasta la estación de tren.