Allí en donde India no parece India, donde los refugiados tibetanos han encontrado un campamento momentáneo y donde se toma el mejor té. Eso es Darjeeling

Si el mejor champagne es francés, los mejores habanos son cubanos, la mejor carne es argentina y el mejor whisky es el escocés; el mejor té del mundo es el que crece en Darjeeling. Como no todo en nuestra vida pasa por la cerveza, el vino y otros maravillosos brebajes de contenido espirituoso,  viajamos miles de kilómetros al norte de India para conocer un pueblo mágico y probar una de nuestras infusiones preferidas.

Tomadno un té Darjeeeling en Darjeeling, India

Vamos por partes porque el viaje fue largo. Llegamos a la estación de trenes de Sealdah, una de las tres que posee la caótica Calcuta, para tomar el tren que nos llevará a las cercanías de Darjeeling. Vale aclarar que desde el 1 de enero de 2001 Calcuta, nombre dado a la ciudad por los ingleses, ha pasado a llamarse Kolkata como una manera de desterrar su pasado colonial. Es de noche, la estación es un hervidero de gente, miles de personas que cargan todo lo imaginable sobre sus espaldas y demás partes del cuerpo. Los pocos carteles indicadores están solo en hindi, así que  preguntamos y preguntamos hasta que finalmente llegamos al andén correspondiente. Pero eso es solo parte del trabajo, porque para alcanzar nuestro vagón tenemos que caminar cientos de metros, la formación es una víbora de acero que se sabe donde comienza pero no dónde termina.

Estación de trenes de Calcuta

Estacion de tren de Sealdah en Calcuta

Estacion de tren de Sealdah en Calcuta

Tren a Siliguri

Como el viaje es de doce horas, compramos los tickets con litera en camarote para cuatro. Son dos camas marineras en un compartimento angosto y con cortinas en lugar de puerta. La clase se llama 2AC por las dos literas y el aire acondicionado, te dan sábanas y almohada. La cantidad de clases que tienen los trenes en la India van desde 1AC, primera con Aire acondicionado, 2AC, 3AC con triple litera, sleeper con ventilador y necesidad de llevar tu propia bolsa de dormir. Después vienen las que sólo podés ir sentado como AC chair class y second sitting la más económica de todas.

Tren a Siliguri

Caro se acuesta en la litera de arriba y yo abajo, del otro lado se ubican dos indios que a poco de salir inician un concierto de ronquidos con variedad de notas musicales. Cruzando la noche, el traqueteo del tren nos va meciendo y al mismo tiempo amortigua en parte los ronquidos y nos vamos quedando dormidos. Cada tanto la formación se detiene en pequeñas estaciones con sus andenes colmados y tenuemente iluminados, custodiadas por soldados con sus antiguos fusiles al hombro. Nos despertamos con los primeros rayos de sol que ingresan por la ventanilla, son las ocho y seguimos de viaje, en busca de Siliguri, ciudad al pie de la montaña y en donde termina el recorrido del tren. Uno de nuestros compañeros de viaje (el otro desapareció misteriosamente), entre bostezos nos cuenta que es medico oftalmólogo, que tiene su consultorio en Nueva Delhi pero que viaja seguido a Darjeeling para dar una mano porque son muy pocos los médicos que trabajan en esa zona. Bajamos del tren, cruzamos un puente y salimos a la zona de estacionamiento en donde un enjambre de taxistas ofrece sus servicios a los gritos y empujándose. Arreglamos el precio con uno y nos subimos a su camioneta, somos diez más el chofer, bien apretados.

Vacas en las rutas de Siliguri, India

Las vacas no nos dejan avanzar…

Comenzamos el lento ascenso a Darjeeling, dejando atrás el caos de tráfico,  las vacas que caminan por el medio de la calle, un campamento del ejército y grandes plantaciones de té. A medida que subimos el cielo se une con los campos cultivados y las curvas y contra curvas nos hacen contener la respiración. En casi todo el trayecto sentimos que dos de las ruedas de la camioneta iban siempre flotando sobre el precipicio. El ascenso no es apto para cardíacos. Darjeeling se ubica bien al norte de India, en la Bengala occidental, pegadita a Nepal y con los Himalayas de fondo. Es la zona conocida como Gorkhaland, la tierra de los Gurkas, cuyos habitantes desde hace años pelean con el gobierno de India por su independencia. Allí conviven con indios, nepalíes y tibetanos, montañeses rústicos acostumbrados a la altura y al frío extremo. También al paisaje maravilloso de las montañas, al aire fresco y a las plantaciones de té que hacen famosa a toda la región y que además del turismo son la principal fuente de trabajo de la zona.

Tierra de los Ghorkas, Darjeeling, India

Banderas de rezo tibetano, Darjeeling, India

Darjeeling hace rato que ha dejado de ser un pueblo, en las laderas de sus montañas se ubican decenas de edificios y casas, que ubicadas junto al precipicio da vértigo de solo mirarlas. A medida que subimos el frio también lo hace, la gente viste gorros de lana, gruesos pantalones y túnicas que les llegan hasta los tobillos. Las calles son muy angostas y para llegar de un lado a otro hay que ascender o descender por empinadas escaleras. Por las tardes el tráfico es tan intenso que hay que caminar con cuidado por sus laberínticas calles, escuchando un concierto de bocinazos.

Darjeeling al atardecer, India

Cuando las subidas y bajadas nos han dejado sin aliento y el frío hace de las suyas tomar un té Darjeeling en Glenery´s junto a uno de sus ventanales y con una medialuna bien caliente es un privilegio imposible de olvidar.

Glenary, la tetería indispensable en tu visita a Darjeeling

Ya instalados en un lindo hotel bien calefaccionado y con una salamandra encendida a toda hora, salimos a caminar. Los dueños son tibetanos y nos aconsejan que vayamos a conocer el campamento de refugiados. Nos parece una gran idea y nos dirigimos hacia allí tratando de absorber todo lo que nos entrega este lugar. Andamos hasta la plaza principal con algunos locales de comida y alquiler de ponys para los niños, luego tomamos por una calle arbolada que mira a la ladera con hermosos paisajes de campos verdes y montañas que asoman entre las nubes.

Cargando

Junto a un mirador encontramos el camino al campamento, comenzamos a descender por la montaña entre pequeñas casas con chimeneas que humean, hombres que llevan cargas imposibles en sus espaldas y niñas que nos saludan desde las ventanas.

Banderas tibetanas

Banderas tibetanas

Por todos lados flamean las banderas de oración tibetana llamadas Lung Ta, Caballo de viento, con sus mantras y sus diferentes colores que reflejan los cinco elementos: el azul del cielo, el blanco del agua, el rojo del fuego, el verde del aire y el amarillo de la tierra.

Luego de un rato llegamos a una serie de casas y talleres, con una pequeña plaza en el centro con una canchita de básquet en donde juegan unos niños.  Los primeros refugiados llegaron a Darjeeling hace más de sesenta años, tras la avanzada china en territorio tibetano. Actualmente, en el campamento viven más de 400 personas.

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Entramos en un amplio galpón en donde simpáticas mujeres tejen alfombras mientras sonríen y charlan entre ellas. Visitamos sus talleres y nos quedamos un rato en silencio viendo como trabajan esos espléndidos artesanos. Más tarde compramos algunos algunos recuerdos en un local de souvenirs y luego empezamos a ver la manera de regresar a la ciudad.

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Campamento de refugiados tibetanos

Estamos muy cansados y la subida se nos hace imposible, entonces nos indican que bajando la ladera aparece un camino en donde se puede conseguir transporte y hacia allí vamos. Un poco desconcertados esperamos allí un rato sin saber muy bien que hacer hasta que una viejita de ojos rasgados y que habla muy bien inglés nos dice que esperemos con ella que algo vamos a conseguir. Tras varios vehículos que pasan completos, conseguimos lugar en una camioneta que nos levanta y nos lleva hasta la zona del centro, en donde nos despedimos con un abrazo de nuestra amiga.

A la noche cenamos en el pequeño restaurante ubicado en la entrada de nuestro hotel. Probamos los  momos, uno de los platos mas famosos de la zona, son como unos agnolotis hervidos rellenos de pollo y especias acompañados con una salsa de tomates y ajos y otra de curry.

Momos en Darjeeling

Toy Train, Darjeeling, India

La mañana amanece fresca y soleada, tomamos varias tazas de té bien caliente, contentos con nuestros tickets para dar una vuelta en el mítico Toy train patrimonio de la Unesco. Como todavía nos queda tiempo nos vamos a dar una vuelta por el mercado, entre estrechas escaleras, locales muy pequeños de madera en donde se venden verduras, frutas, pescados y trozos de cerdo o pollo que cuelgan de ganchos. Luego vamos hasta la estación de tren ubicada como todo aquí frente al abismo, con hermosas panorámicas de la ciudad. El llamado Toy train, tiene dos vagones destartalados y la máquina data de los años veinte del siglo pasado y es a carbón. Parece que la veta turística le ganó de mano a la ecología y la sustentabilidad en este caso. El tren de juguete, llamado así porque su ancho de vía es de solo 60 centímetros,  zigzaguea por diminutos y encantadores pueblos mientras el humo negro del carbón se va impregnando en nuestro pelo y en nuestros poros.

Toy Train, Darjeeling, India

Toy Train, Darjeeling, India

Toy Train, Darjeeling, India

A la vuelta, nos ponemos en busca de la foto perfecta y comenzamos a caminar, subimos y bajamos, nos metemos por campos de té en donde la fragancia se une con el aroma de la madera quemada, el viento es frio y la niebla nos deja ver pequeños manchones colorados, naranjas y verdes. Nosotros creemos que existe un estado de felicidad permanente, lo que no quiere decir que no tengamos nuestros días malos. Un estado que se logra si se vive con libertad, alegría, cumpliendo con los sueños y dando importancia solo a las cosas que merecen importancia. De la mano por ese mágico paisaje de montañas nevadas y hebras de té nos sentimos felices y en paz.

 

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8 Comentarios

  • Divino relato, tuve la oportunidad de conocer Darjeeling, es un lugar mágico como toda India. Que pena que no llegaron a Kurseong, un poco más arriba, sólo jardines de Té, casitas y los Himalayas. Sin duda mi lugar en el mundo!

    • Hola Marcela! Muchas Gracias! Disfrutamos muchísimo de Darjeeling, tiene un encanto que la hace única y especial. Ya anotaremos para la próxima llegar a Kurseong!! Gracias por la recomendación! Saludos!

  • ¡Wow! ¡he sentido que estaba allí con vosotros!
    Si de por si el Darjeeling es un té que me encanta, no me quiero imaginar lo bueno que tiene que estar allí 🙂

    Un saludo,
    Félix

  • El artículo es buenísimo, no tendré nunca la posibilidad de estar allí pero leí el libro «EL CIELO SOBRE DARJEELING» de VOSSELER NICOLE C., escritora alemana, que editó Edic. B en su colección Grandes Novelas, y en sus páginas me encontré inmersa en esa hermosa región, en la historia de las plantaciones de té y de todo lo relativo a su cultivo.
    Ahora leyendo lo que tan maravillosamente describen he logrado completar mi conocimiento sobre esa hermosa región tan lejana pero que podemos sentir más cerca cuando la conocemos aunque sea por medio de estas publicaciones.
    Un cordial saludo y gracias por hacernos participar de sus experiencias.

    • Hola Natalia, el hotel en Darjeeling se llama Dekeling, está todo revestido en madera como una gran cabaña. El cuarto era privado, amplio y con grandes ventanales para ver las montañas. Bien ubicado y calefaccionado. Nos costó unos 30 dólares la noche. Depende de la temporada quizás pueden pagar menos.

      Saludos